
El 13 de febrero del año 1981, Joxe Arregi, horas antes de fallecer a consecuencia de la heridas provocadas por las brutales torturas sufridas, pronuncio aquel ya conocido “oso latza izan da” (“ha sido muy duro”). Desde entonces, cada año, se celebra el Día Contra la Tortura en Euskal Herria. En este día recordamos a quienes padecieron aquel infierno, a las mujeres y hombres a las que el Estado vulneró sus derechos con la mayor de las crudezas imaginables. [...]
En esta entrevista Karmen Galdeano desgrana las razones por las que participó, a título individual, en la Iniciativa Glencree. 2012-08-01 22:29:44[...]

- ¿Qué pensaste cuando te invitaron a participar en la iniciativa “Glencree”?
Si te digo la verdad, bastante escepticismo y recelo. En el ámbito de las víctimas llevamos décadas de parcialidad y utilización política del sufrimiento de una parte de ellas, al tiempo que se ignora la realidad de otras, negándosenos todo acceso a la verdad, la justicia y la reparación. Conforme se fue desarrollando vi la oportunidad de aportar algo diferente, y, sobre todo, de superar ciertos esquemas interesados. Hemos sido capaces de cada uno con nuestra carga de sufrimiento y dolor personal, convivir durante 3 intensos días de debate y rutina diaria. Hemos pasado momentos tensos y duros pero también distendidos y alegres. Hemos vivido en primera persona como basándonos en el respeto la convivencia entre nosotros desde luego es posible si ponemos voluntad por las partes.
- La habéis definido como una experiencia de encuentro y debate. Conocer la experiencia de personas que han sufrido distintas violencias en un contexto de conflicto armado, ¿permite encontrar coincidencias?
Una vez demostrado que somos capaces de hablar sin condiciones previas y sin renunciar a la ideología y a la percepción de la historia reciente de cada cual, ha sido posible reconocernos en el sufrimiento. Ello no quiere decir que demos por buena, sin más, la teoría del victimismo compartido y, con ello, seamos ajenos a la raíz de los problemas en nuestro país. Sabemos que el conflicto ha de ser resuelto en clave política, y que será la sociedad vasca y los agentes políticos y sociales los encargados de hacerlo. No era ése nuestro debate, sino la posibilidad de acompañar ese necesario proceso con dinámicas de acercamiento y empatía entre personas afectadas por violencias de distinto signo. En ese terreno hemos coincidido.
- Afirmáis que el contraste de vuestras experiencias personales os ha llevado a no justificar la violencia padecida por ninguno de los participantes en la iniciativa “Glencree”.
Evidentemente. El respeto mutuo es la base de todo tipo de reconocimiento, así que sería un pésimo punto de partida abordar ese diálogo justificando la muerte o el padecimiento de la persona que tienes enfrente. Todos somos capaces de contextualizar o explicar lo ocurrido, pero su justificación ante la persona que ha sufrido el atentado, la tortura, la amenaza, el disparo policial, bloquea cualquier intento por revisar conjuntamente nuestro pasado, nuestra experiencia. En el marco de la iniciativa “Glencree” hemos renunciado a ello sin excepciones.
- Aunque deis por culminada su tarea, es previsible que esta experiencia despierte tanta controversia como adhesión. ¿Qué resaltarías del mensaje final que trasladáis a la sociedad vasca?
Tres cuestiones importantes: en primer lugar, que en el seno de la sociedad vasca hay mucha más madurez y bastantes menos trincheras que las que algunos partidos y asociaciones tratan de reflejar; por otra parte, que desde nuestra modestia y aportación meramente individual (no representamos a nadie más que a nosotras mismas) apelamos al reconocimiento expreso de los mismos derechos para cualquier persona que haya padecido vulneraciones de sus derechos más elementales: reconocimiento, verdad, justicia y reparación sin excepciones; y por último, animamos al conjunto de la sociedad vasca a abordar de forma generosa y audaz las causas y consecuencias del conflicto en Euskal Herria. Un acuerdo justo en una sociedad plural y democrática será la base de la convivencia, y la principal garantía de no repetición.